La vida de ninguna persona es perfecta, y eso lo sabemos de sobra, aunque a algunos les vaya mejor que a otros siempre se tendrá algún problema con el que enfrentarse en el trascurso del tiempo, solo que ellos han aprendido a afrontar los problemas. Estos problemas nos hacen empezar a valorar como ha ido nuestra vida, y en mucho de los casos una simple piedra en el camino se convierte en una montaña.
Cuando un problema le viene encima a alguien esta persona puede estar en diferentes momentos de su vida, tal vez se encuentra con este cuando todo le va bien, cuando el mundo le sonríe y un pequeño problema no le hace pensar en que las cosas van mal. En cambio cuando aquel problema te viene y momentos antes no pensabas que las cosas eran felices, dando igual si creías que iban mal o normales, si no pensabas que eras feliz, el modo de afrontar el problema cambia radicalmente.
La gente que no está animada suele ver los problemas mucho más grandes de lo que son realmente. Como en su vida las cosas no iban perfectas comienza a valorar, hacer uso de la balanza emocional valorando su vida. Al no estar antes contento, las cosas felices se esconden detrás de los momentos malos vividos que suelen estar siempre más presentes en nuestros recuerdos cuando algo malo ocurre. Es por esto que aquellas personas que hacen balanza acaban pensado que todo les va mal, que su vida es mala cuando en realidad no es así.
El mejor modo de afrontar los problemas es con optimismo. Actualmente existe una expresión que dice así: “Si el problema no tiene solución, ¿Por qué te preocupas? Y si la tiene, ¿de qué hay que preocuparse?”. Esa frase debe de tenerla toda persona que se ve de frente con algo malo que le ocurra y pensar en las cosas positivas, ya que al fin y al cabo suelen ser siempre más que las negativas, solo hay que buscar bien.